Solo le bastó tocar la barriga para que la bisabuela de Rafaella afirmara con la seguridad que solo se la dan sus 105 años de vida y 25 años de muerta: “nace hoy” . La abuela de Rafaella movía la cabeza afirmando lo dicho por su madre y me miraba diciéndome: “no hay duda, nace hoy. ¡Prepárate!”
...
La mamá de Rafaella estaba echada en el antiguo sofá guinda de la casa de mis padres. Yo estaba sentado junto a ella tocando su enorme barriga y viendo fijamente el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús colgado en la pared de la sala que tanto le gustaba a mi padre.
La abuela de Rafaella salía de la cocina y me miraba preocupada al verme mirando el cuadro. Ella sabía que solo recurría a Dios cuando estaba muy desesperado o las dudas no eran manejables para mí; su mano tocaba mi hombro y me encontré con su media sonrisa con la que me dijo: “mi cabezón, vamos a preguntarle a tu abuela”. Yo la miraba diciéndole “esta bien Juanita”.
El centenario cuerpo de la bisabuela de Rafaella con sus lentes de carey y lunas de poto de botella que la hacian ver mas sabia, caminaba de un lado al otro del pasadizo de la casa -era el único ejercicio que a su edad avanzada le permitía-. Mi madre se acerco a ella y le grito algo al oído (desde que tengo uso de razón la abuela era sorda), me fijo la mirada y comenzó su lento andar hacia nosotros como una tortuga enorme de galápagos. A cada paso que daba, la mamá de Rafaella la miraba callada, sin inmutarse, como esperando una respuesta, y yo veía a mi abuela con el mismo miedo que tenía al verla de niño. Ya de esta edad sabía que la abuela tenía la fama de no equivocarse en su predicciones,solo atine a esperar con fe una buen designio….
El jueves 7 de mayo a las 5 de la mañana, la bisabuela de Rafaella me afirmo a través de este sueño el nacimiento de mi hija. A las 6:13 de la tarde de ese mismo día Rafaella y yo nos vimos por primera vez. Mi abuela tenía bien ganada su fama.
...
La mamá de Rafaella estaba echada en el antiguo sofá guinda de la casa de mis padres. Yo estaba sentado junto a ella tocando su enorme barriga y viendo fijamente el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús colgado en la pared de la sala que tanto le gustaba a mi padre.
La abuela de Rafaella salía de la cocina y me miraba preocupada al verme mirando el cuadro. Ella sabía que solo recurría a Dios cuando estaba muy desesperado o las dudas no eran manejables para mí; su mano tocaba mi hombro y me encontré con su media sonrisa con la que me dijo: “mi cabezón, vamos a preguntarle a tu abuela”. Yo la miraba diciéndole “esta bien Juanita”.
El centenario cuerpo de la bisabuela de Rafaella con sus lentes de carey y lunas de poto de botella que la hacian ver mas sabia, caminaba de un lado al otro del pasadizo de la casa -era el único ejercicio que a su edad avanzada le permitía-. Mi madre se acerco a ella y le grito algo al oído (desde que tengo uso de razón la abuela era sorda), me fijo la mirada y comenzó su lento andar hacia nosotros como una tortuga enorme de galápagos. A cada paso que daba, la mamá de Rafaella la miraba callada, sin inmutarse, como esperando una respuesta, y yo veía a mi abuela con el mismo miedo que tenía al verla de niño. Ya de esta edad sabía que la abuela tenía la fama de no equivocarse en su predicciones,solo atine a esperar con fe una buen designio….
El jueves 7 de mayo a las 5 de la mañana, la bisabuela de Rafaella me afirmo a través de este sueño el nacimiento de mi hija. A las 6:13 de la tarde de ese mismo día Rafaella y yo nos vimos por primera vez. Mi abuela tenía bien ganada su fama.
Comentarios
Publicar un comentario